Cuando se complica la cosa

Fin de semana, tragedia perpetua. Parece que trato de concentrarme y no puedo, sólo duermo y haraganeo. Es un estado de profunda tranquilidad destructora que no se tienta el corazón y desajusta mi itinerario semanal rumbo a las semanas entrantes… cuando se complica la cosa es el lunes por la mañana, el peso moral y curricular cae sobre mis hombros, simplemente no hice nada, de nada… vuelvo a dormir mientras viajo, llego a mi destino y se inicia la semana del oído… no basta escuchar, se necesita mucho más que eso. Otro fin de semana se acerca y las defensas se han debilitado, la somnolencia se atrinchera tras los parpados, el alma se apaga al descuido de mis pensamientos divagados por mi carne poco reprendida. Estoy de pie para luchar contra la terna maldita, y toco mi pecho dolido.